Fue un 2 de Febrero...
393º aniv. Aparición de Nuestra Señora a la Ven. Úrsula Benincasa.
Carta de la Secretaria de Madre Úrsula al Padre Mateo Santomango, informándole sobre lo qué fue y cómo fue la “visión” del 2 de febrero de 1617.
“Yo, dijo la Madre, en este año de 1617, a dos de febrero, día de la Purificación de la Virgen, en habiendo comulgado, fui llevada al jardín que hemos comprado al Obispo de Ísola y ahora, que me ha llevado el Señor, he visto mejor el lugar que cuando me habíais llevado vosotras, hermanas mías…
Y cuando llegué al lugar donde está aquella estatua de mármol, que duerme, ví claramente en el aire a la Madre de Dios portando a su Santísimo Hijo en el brazo. Y era la Santísima Concepción, pues iba vestida de blanco, con escapulario y manto azul celeste. Y el Señor Jesús tenía en mano la veste de Teatino.
Vi, al lado derecho de la Virgen, a una gran muchedumbre de monjas y, en el lado izquierdo, a una gran multitud de hermanas de la Congregación.
Y la Bienaventurada Virgen me consolaba, dándome a entender que había recibido mis lágrimas y oraciones por las necesidades del Mundo. Y razonando juntos el Señor con la Virgen, se ofrecían mutuamente regalos el uno al otro.
El Señor daba a su Madre Santísima treinta tres Eremitas en memoria de los 33 años que Él estuvo en la tierra y la Madre daba muchas de estas hermanas vestidas de negro (como andáis ahora) al Señor en memoria de los años que Ella había estado en la tierra. Y, mientras se intercambiaban estos dones, vi, en un instante, a todas aquellas monjas de la derecha vestidas de blanco y azul, de la misma manera que la Santísima Virgen, y las del lado izquierdo, vestidas de negro, y el Señor decía: “Madre mía, las oraciones de estas treinta y tres Eremitas aplacarán el justo desdén que siento por el mundo… Dos serán sus continuos desvelos: la salvación de las almas y estar muertas a la carne pero unidas a Mí. Después ví a la Beatísima Virgen que donaba a vosotras, hermanas mías, a su Santísimo Hijo, en memoria de su vida, rogándole que, por amor suyo, librara al Mundo de los castigos con que merecidamente lo había amenazado. Y habiéndose hecho el uno al otro estos regalos, ví a una gran multitud de Ángeles, vestidos con hábito blanco y azul, que andaban volando por todo el mundo, pero en particular por toda la Ciudad de Nápoles ofreciéndole ayuda en todas sus necesidades y también en las necesidades de personas particulares. Veía a dichas Romitas resplandecer como si fueran ascuas de Amor, verdaderas llamas de fuego.
Y en este mismo instante el Señor me dio la Religión de los Padres Teatinos, diciéndome: Esta religión ha de gobernar estos dos lugares; han de heredad el Espíritu que te he dado a ti y que ellos, a su vez, heredarán a estas Eremitas cuando haya tomado sobre mis hombros el peso de hacer esta obra de Dios… “
Materiales para una HORA SANTA
2 DE FEBRERO DE 2010
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