Servir, servir, servir...
¿Que hay alguien que critica?
¿Y ese otro que destruye?
¿O alguno que maldice?
Se tú el que aparta la piedra del camino.
El que alivia el rencor que los ojos enturbiaron,
el que siempre realiza los esfuerzos
que por duros otros esquivaron.
Sé de aquellos que dan. Que siempre dan.
Ya un consuelo oportuno,
ya una frase cordial,
o el pan claro y vital de tu alegría.
O el pan moreno y grato del trigal.
Qué tristeza tan honda la del mundo
si en él ya no hubiera nada por hacer,
ni un rosal perfumado que plantar,
ni un niño que alegrar,
ni empresa que emprender.
El servir es faena de seres superiores
y tú en cada momento te debes repetir:
"¿A quien servir ahora?
¿Qué puedo hacer por otro
para darle más ánimo
para verlo contento y evitarle sufrir?
Y así serás de aquellos que oyen la voz de Dios.
Esa voz en silencio
que en la luz de cada día
perfume el orbe entero viniéndote a decir:
¡Aquí estoy, hijo mío!
Apóyate en mis fuerzas y ¡Ayúdame a servir!
Gabriela Mistral
( poetisa chilena )
0 comentarios:
Publicar un comentario