4 de julio de 2010

Primero, el Reino....


Lectio- Domingo 14-C

 PREDICAR EL REINO ES
PROCLAMAR QUE DIOS NOS AMA
  
Lucas es el único evangelista que narra la misión de los 72, (de los 70 como dicen algunos códices). También relata antes, la de los doce. Seguramente ha querido acentuar el carácter universal de la predicación de la nueva comunidad. Doce era el número de las tribus de Israel. Setenta era el número de las naciones gentiles, según el Génesis.

Si estamos en Samaría, cabe pensar que la mayoría de esos setenta eran samaritanos. Para los demás evangelistas, el límite de la gentilidad estaba en la frontera de Galilea, para Lucas se encuentra en la misma Samaria, porque estaban apartados de la religión oficial judía.

El domingo pasado se hablaba del fracaso de los discípulos en su intento de preparar el camino a Jesús en su subida a Jerusalén. Probablemente, Lucas quiere poner este envío de “otros setenta y dos” para dejar un buen sabor de boca. Estos vuelven “muy contentos” de sus correrías y tienen mejor acogida que los discípulos.

“De dos en dos”, porque para los judíos la opinión de uno solo no tenía ningún valor en un juicio, y los misioneros son, sobre todo, testigos. También, porque el mensaje debe ser proclamado siempre por la comunidad.

No penséis que se trata de enviar a un número de especialistas en comunicación. No se trata de recomendaciones a unos cuantos escogidos. El evangelio dice simplemente: “envió a otros setenta y dos”. Ni siquiera dice que fueran discípulos. Se da por supuesto que todo cristiano por el hecho de serlo, tiene la misión de proclamar la buena noticia que él vive.

El modo de esa predicación puede ser diferente, pero la base, el fundamento de toda predicación, es la vida misma del cada cristiano. Vivir como cristianos, es la mejor predicación y la que convence. En cada instante estamos predicando, para bien o para mal.

No es fácil delimitar lo estrictamente histórico de este relato. Además de que solo Lucas lo narra, exigiría un grado de organización que no se percibe en el grupo de los que han seguido a Jesús. El simbolismo del número 12 y 70 nos invita a pensar que son relatos elaborados más tarde. Por otra parte, para predicar El Reino, se necesita haberlo comprendido y experimentado. Los evangelios se encargan de manifestar que antes de la experiencia pascual ni los doce se habían enterado de nada.

Las recomendaciones de Jesús son la clave de todo anuncio del mensaje cristiano. Están puestas en boca de Jesús, pero son las condiciones mínimas que debía tener todo cristiano para llevar la Buena Noticia a los demás. En ningún caso se habla de doctrina que tienen que enseñar o de normas morales que deben exigir. Se trata de comunicar lo que Dios es para todos sin condiciones ni excepciones.

Esa tarea la cumplió la primera comunidad en todas partes donde se fue implantando. Es la principal tarea que tiene que seguir llevando a cabo todo cristiano en cualquier tiempo y lugar.
  
1.- Itinerancia. “Poneos en camino”.

Es la clase de vida que eligió Jesús cuando se decidió a proclamar su buena noticia. El domingo pasado nos decía que no tenía dónde reclinar la cabeza. Este desapego de toda clase de seguridades es la actitud básica y fundamental que debe adoptar todo enviado.

El anuncio no se puede hacer sentados. Seguir a Jesús exige una dinámica continuada. Nada se puede comunicar desde una cómoda instalación personal. La disponibilidad y la movilidad son exigencias básicas.

2.- Dificultad. “Mirad que os mando como ovejas en medio de lobos”.

Cuando se escribieron los evangelios, las primeras comunidades cristianas estaban viviendo la feroz oposición, tanto del mundo judío como del pagano.

Lo malo vino cuando el cristianismo adquirió altas cotas de poder; entonces, hemos ido como  lobos en medio de corderos; eso sí, con piel de oveja. Desde el poder es imposible adivinar lo que sería bueno para el otro, lo único que se puede conseguir es el provecho personal o el de la institución, a costa de los demás, y esto no es buena noticia para nadie.

3.- Pobreza. “Ni talega ni alforja ni sandalias”.

Es imprescindible la pobreza material, pero sólo como signo de la superación de seguridades materiales. Significa no confiar en los medios externos para llevar a cabo la misión. El peligro está en hacer de la predicación del evangelio un logro humano.

Se trata de ir a pecho descubierto, confiando sólo en Dios y en el mensaje. No buscar seguridades de ningún tipo, ni en el dinero ni en el poder ni en el prestigio ni en los medios, incluidos los de comunicación.

Hoy tenemos la obligación de utilizar al máximo los medios de comunicación que la técnica nos proporciona. Pero no debemos poner nuestra confianza en ellos.

4.- Urgencia. “No os detengáis a saludar a nadie por el camino”.

No se trata de negar el saludo a los que se encuentren en el camino. “Saludar” tenía para ellos un significado muy distinto al que tiene para nosotros. El saludo llevaba consigo un largo ceremonial que podía durar horas o días.

Esta recomendación quiere destacar la urgencia de la tarea a realizar. Seguramente está haciendo referencia a la inmediata llegada del fin de los tiempos, en que las primeras comunidades cristianas creyeron a pies juntillas.

5.- Paz. “Decid primero: ¡Paz!”

Para entender esta recomendación hay que tener en cuenta el sentido de la “paz” para los judíos de aquel tiempo. No significaba sólo ausencia de problemas y conflictos, sino la abundancia de medios para que un ser humano pudiera conseguir su plenitud humana. Llevar la paz es proporcionar esos medios que hacen al hombre sentirse a gusto e invitado a humanizar su entorno. Significa no ser causa de tensiones ni externas ni internas. Sería ayudar a los hombres a ser más humanos, empezando en el interior de ellos mismos.

El cristiano, vaya donde vaya, tiene que llevar armonía, comprensión, amor, paz... En eso consiste el Reino de Dios.

6.- Humildad. “Comed y bebed de lo que tengan”.

Esta es una de las actitudes más difíciles. Ponerse al nivel del otro. Aceptar sus costumbres, su cultura, su idiosincrasia... Se trata de buscar sólo el estar disponible para todos, sin esperar nada a cambio, pero aceptando con humildad lo que den; siempre que sea lo indispensable, comida y alojamiento, etc.

¡Qué difícil es no imponer lo nuestro! Muchos intentos de evangelización han fracasado por no tener esto en cuenta. Más difícil todavía es aceptar la dependencia de los demás en las necesidades básicas, no poder elegir ni lo que comes ni con quien comes.

7.- Curad. “Curad a los enfermos que haya”.

Naturalmente que no se refiere sólo ni principalmente a las enfermedades físicas. Enfermedad es todo aquello que impide al ser humano ser él mismo. De hecho los 70 solo hacen alusión a que los demonios se les sometían.

Seguimos dando demasiada importancia a la salud corporal, sin enterarnos de que con una grave enfermedad a las espaldas, puede un ser humano alcanzar su plenitud.

Curar significa alejar de un ser humano todo aquello que le impide ser él. Hoy las enfermedades fisiológicas están cubiertas por la medicina. Pero ¿qué pasa con las enfermedades síquicas, sentimentales, que arruinan la existencia de tantas personas?

Como seguidores de Jesús, todos tenemos una tarea ingente por delante. Más que nunca, se busca la cercanía de otro ser humano que ayude a superar los traumas.

8.- Buena noticia (evangelio). “El reino, que es Dios, está cerca”.

Nada de peroratas teológicas, nada de discursitos apologéticos, nada de propagandas ideológicas, nada de doctrinas ni rituales ni normas morales... Lo único que un ser humano debe saber es que Dios le ama. 

Predicar el reino que es Dios, es hacer ver a cada ser humano que Dios es algo cercano, que está tan cerca, que es lo más hondo de su propio ser, que no tiene que ir a buscarlo a ningún sitio raro, ni al templo ni a las religiones ni a las doctrinas ni a los ritos ni al cumplimien to de la norma. Dios es (está) en ti. Descúbrelo y lo tendrás todo...

Sin estas condiciones, la predicación se hace completamente inútil. No es nada fácil salir de la dinámica de la propaganda, del proselitismo a toda costa, buscando más el potenciar la institución que el servicio de las personas.

El que va a proclamar el Reino de Dios, tiene que manifestar que pertenece a ese reino. Tiene que responder a las necesidades del otro. Tiene que estar dispuesto al servicio en todo momento. No debe exigir absolutamente nada, ni siquiera la adhesión. Tiene que limitarse a hacer una oferta. Os acepten o no, “de todos modos, sabed que está cerca el Reino de Dios”.

Es curioso constatar que la misión de los doce fue un fracaso. La de los setenta fue todo un éxito.

En el pasaje del pasado domingo, Jesús regañó a Santiago y Juan por querer acabar con los que no le recibieron. Hoy con la mayor naturalidad nos dice que a los que no les reciban lo van a pasar peor que Sodoma.

Es una prueba más de lo mucho que les costó a los primeros cristianos asimilar el verdadero mensaje de Jesús. Debemos tener mucho cuidado y no aceptar cada frase del evangelio como palabra de Jesús.



Meditación-contemplación


Haz una reflexión sincera y trata de descubrir la verdad:
¿Cuál es tu preocupación primera?
 ¿Es la comida, el vestido, la salud, la casa, el prestigio?
¿Tus esfuerzos están encaminados a buscar seguridades?
¿O tu preocupación primera es vivir el Reino?
.................

Procura, al mismo tiempo no caer en demagogia barata.
De esas necesidades básicas tienes obligación de ocuparte.
Dios quiera que alcances el mayor bienestar posible,
para ti y para los demás.
Siempre que la prioridad sea el desplegar tu humanidad.
......................

No te dejes llevar por lo que te pide el cuerpo.
No te olvides que eres también y sobre todo, espíritu.
Escucha también tu ser profundo;
lo que él te pida te llevará más lejos hacia tu plenitud y felicidad.
.....................

Comentario de Fray Marcos en 
www.feadulta.com




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PORTADORES DEL EVANGELIO


" El Señor es Rey de Paz..."
( Ven. Madre Úrsula ) 


Lucas recoge en su evangelio un importante discurso de Jesús, dirigido no a los Doce sino a otro grupo numeroso de discípulos a los que envía para que colaboren con él en su proyecto del reino de Dios. Las palabras de Jesús constituyen una especie de carta fundacional donde sus seguidores han de alimentar su tarea evangelizadora. Subrayo algunas líneas maestras.

«Poneos en camino». Aunque lo olvidamos una y otra vez, la Iglesia está marcada por el envío de Jesús. Por eso es peligroso concebirla como una institución fundada para cuidar y desarrollar su propia religión. Responde mejor al deseo original de Jesús la imagen de un movimiento profético que camina por la historia según la lógica del envío: saliendo de sí misma, pensando en los demás, sirviendo al mundo la Buena Noticia de Dios. "La Iglesia no está ahí para ella misma, sino para la humanidad" (Benedicto XVI).

Por eso es hoy tan peligrosa la tentación de replegarnos sobre nuestros propios intereses, nuestro pasado, nuestras adquisiciones doctrinales, nuestras prácticas y costumbres. Más todavía, si lo hacemos endureciendo nuestra relación con el mundo. ¿Qué es una Iglesia rígida, anquilosada, encerrada en sí misma, sin profetas de Jesús ni portadores del Evangelio?

«Cuando entréis en un pueblo... curad a los enfermos y decid: está cerca de vosotros el reino de Dios». Ésta es la gran noticia: Dios está cerca de nosotros animándonos a hacer más humana la vida. Pero no basta afirmar una verdad para que sea atractiva y deseable. Es necesario revisar nuestra actuación: ¿qué es lo que puede llevar hoy a las personas hacia el Evangelio? ¿Cómo pueden captar a Dios como algo nuevo y bueno?

Seguramente, nos falta amor al mundo actual y no sabemos llegar al corazón del hombre y la mujer de hoy. No basta predicar sermones desde el altar. Hemos de aprender a escuchar más, acoger, curar la vida de los que sufren... Sólo así encontraremos palabras humildes y buenas que acerquen a ese Jesús cuya ternura insondable nos pone en contacto con Dios, el Padre Bueno de todos,

«Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa». La Buena Noticia de Jesús se comunica con respeto total, desde una actitud amistosa y fraterna, contagiando paz. Es un error pretender imponerla desde la superioridad, la amenaza o el resentimiento. Es antievangélico tratar sin amor a las personas sólo porque no aceptan nuestro mensaje. Pero, ¿cómo lo aceptarán si no se sienten comprendidos por quienes nos presentamos en nombre de Jesús?


José Antonio Pagola
Original publicado en www.feadulta.com

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3 de julio de 2010

Místicos de ayer y hoy...

" La experiencia mística
con que fue favorecida Madre Úrsula
la hizo más humana y sensible a las necesidades
de los hombres..."


A menudo, cuando hablamos de "experiencia mística", parecería que nos estamos remontando en el tiempo para hablar de fenómenos extraordinarios y oscuros, ocurridos en un pasado remoto...

No está demás compartir estos materiales, en los que se nos descubre "el otro lado del tapiz"...A veces, ciertas acciones y decisiones inexplicables a los ojos humanos, pueden esconder un motivo poderoso y fascinante: porque la voz de Dios sigue llamando...sigue convocando y reclamando en el corazón de tantos hombres y mujeres fascinados por el Evangelio...



El secreto de la Madre Teresa:
La llamada de Dios para dedicarse a los pobres


El 10 de septiembre de 1946, la Madre Teresa, viajando en tren desde Calcuta a Darjeeling (650 kilómetros al norte, al pie del Himalaya), recibió una "llamada dentro de la llamada", por la que abandonaría la Congregación de la Hermanas de Loreto y fundaría las Misioneras de la Caridad. Ella lo llamó: el "Día de la Inspiración". ¿Qué sucedió en este viaje para que cambiara radicalmente, pasando de ser una religiosa dedicada a la educación, a entregarse a la atención de los más pobres y olvidados?



Para entenderlo, según escriben sus biógrafos en dos libros de reciente aparición, debemos referirnos al "voto secreto" que realizó cuatro años antes y que consistió en su compromiso de "no negarle nunca nada a Dios". Es decir que a sus votos de obediencia, pobreza y castidad, añadió el de la sumisión total a la voluntad de Dios. De esta manera se puede comprender por qué la Madre Teresa fue tan fiel y perseverante en llevar a cabo su misión, incluso más allá de la oscuridad interior que acompañaría parte de su vida.


La Madre Teresa escribió: "Era una segunda llamada para abandonar incluso Loreto, donde estaba muy feliz, para ir a las calles a servir a los más pobres de los pobres. Fue en aquel tren que oí la llamada para dejarlo todo y seguirlo a Él a los barrios más miserables ... Yo sabía que era Su voluntad y que tenía que seguirlo. No había duda que iba a ser Su obra". Y en otra carta agregó: "Me hizo una llamada para saciar la sed de Jesús sirviéndole en los más pobres de los pobres".

Durante ese viaje ella tuvo una experiencia tan extraordinaria de Dios que cuando bajó del tren ya no era la misma. Ella diría: "En la fuerte gracia de Luz y Amor divinos que Madre recibió durante el viaje, es donde empiezan las Misioneras de la Caridad ... en las profundidades del infinito anhelo de Dios de amar y ser amado". Según le dijera al padre Langford, "fue un encuentro con la sed de Jesús". Pero aquella sed de Jesús Crucificado, no era física, sino que "era su sed de amar y ser amado". De allí que mandara colocar en las capillas de las casas de sus congregaciones un cartel con la frase: "Tengo sed" y que explicara frecuentemente: "Sus palabras no son algo del pasado, están vivas aquí y ahora, dichas a ustedes. ¿Lo creen? ...¿Por qué dice Jesús: 'Tengo sed'? ¿Qué significa? ...'Tengo sed' es algo mucho más profundo que si Jesús dijera simplemente: 'Te amo'. Hasta que no sepan profundamente en su interior que Jesús tiene sed de ustedes, no podrán empezar a saber quién quiere ser Él para ustedes, o quién quiere que sean ustedes para Él".
A partir de aquel viaje y hasta principios de 1947 empezó a recibir locuciones de Jesús (ella llamó a este fenómeno: "la Voz"). Según escribiera al padre Van Exem y luego al arzobispo Périer, Jesús, entre otras cosas, le decía: "Quiero hermanas indias Misioneras de la Caridad, que serán Mi fuego de amor entre los más pobres, los enfermos, los moribundos y los niños pequeños de la calle". "Quiero religiosas libres, revestidas con Mi pobreza de la Cruz. Quiero religiosas obedientes, revestidas con mi obediencia de la Cruz. Quiero religiosas llenas de amor, revestidas con la caridad de la Cruz. ¿Te negarás a hacer esto por mí?". Por momentos la Voz se volvía muy dura con ella: "¿Tienes miedo a dar un nuevo paso por tu Esposo? ¿Por mí, por las almas? ¿Se ha enfriado tu generosidad? ¿Soy secundario para ti? Tú no moriste por las almas, por eso no te importa lo que les suceda. Tu corazón nunca estuvo ahogado en el dolor como lo estuvo el de Mi Madre. Ambos nos dimos totalmente por las almas. ¿Y tú?". Pero, en otros momentos, la Voz era suave y suplicante: "Pequeña mía, ven, ven, llévame a los agujeros de los pobres. Ven sé mi luz. No puedo ir solo. No me conocen, por eso no me quieren. Tú ven, ve hacia ellos, llévame hasta ellos".

Además de escuchar "la Voz", en ese tiempo, tuvo tres visiones. En la primera: "Vi una gran muchedumbre, todo tipo de personas, muy pobres y también había niños. Todos ellos tenían sus manos alzadas hacia mí. Yo estaba de pie y ellos alrededor. Gritaban: 'Ven, ven, sálvanos, llévanos a Jesús". En la segunda: "Pude ver gran dolor y sufrimiento en sus rostros. Yo estaba arrodillada cerca de Nuestra Señora que estaba frente a ellos. No vi su cara, pero oí que decía: 'Cuida de ellos, son míos. Llévatelos a Jesús. Tráeles a Jesús. No temas ..." En la tercera de las visiones, nuevamente vio la muchedumbre, pero esta vez: "Estaban cubiertos de oscuridad. Sin embargo, los podía ver. Nuestro Señor estaba en la Cruz. Nuestra Señora, a poca distancia de la cruz y yo como una niña en frente de ella ... Ambas estábamos frente a la Cruz. Nuestro Señor dijo: 'Te lo he pedido. Ellos te lo han pedido y ella, Mi Madre, te lo ha pedido. ¿Te negarás a hacer esto por Mí, cuidar de ellos, traérmelos?' Yo respondí: 'Tú sabes, Jesús, que estoy preparada para ir enseguida". Y la Madre agrega en esta carta: "Desde entonces, no he oído ni he visto nada, pero sé que todo lo que he escrito es verdad".

Envuelta en esta experiencia mística tan particular, la Madre Teresa comenzó a pedir la dispensa para salir de su Congregación e iniciar la obra. Primero fue con su confesor, luego con el arzobispo, más tarde con la Madre Superiora y finalmente con el Vaticano. Al año y medio, obtuvo todos los permisos. Según los expertos, fue más rápido que lo habitual. Su perseverancia e insistencia para salir de la comodidad en que vivía e ir a meterse en los "agujeros oscuros" de los pobres de Calcuta, fue notable. Así, esta pequeña religiosa, de apenas un metro y medio de altura, dejó la casa de las Hermanas de Loreto, se vistió como una hindú, con un sencillo sari blanco y salió a llevar la luz de Cristo a los barrios marginales de Calcuta. En la pobreza, se fue haciendo cada vez más fuerte, a tal punto que el ex Secretario General de la ONU, Javier Pérez de Cuéllar, llegó a decir que era la mujer más poderosa del mundo.
Jesús Silveyra




30 de junio de 2010

Este video está dando la vuelta al mundo...

No sé si os pasa... pero después de verlo
te convences definitivamente de aquel
viejo himno de la liturgia cristiana...
UBI CARITAS...DEUS IBI EST

Que lo disfrutéis....
y FELICES VACACIONES A TODOS LOS LECTORES
DEL HEMISFERIO NORTE.

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26 de junio de 2010

JESÚS ES EXIGENTE, PERO NO INTRANSIGENTE...


· Si quieres ser perfecta, 
despréndete de todo y de todos..."
( Madre Úrsula )


Artículo de FRAY MARCOS publicado en www.feadulta.com

(pinchar cita para leer evangelio) 

JESÚS ES EXIGENTE, PERO NO INTRANSIGENTE CON EL QUE NO LE SIGUE.


Del rosario de frases lapidarias que nos proponen hoy las lecturas, yo me quedo con la de Pablo, que es el mejor comentario al evangelio: “Para vivir en libertad, Cristo nos ha liberado”.

En primer lugar, porque la libertad es el fundamento de la persona; sin ella no es posible un desarrollo verdaderamente humano. En segundo lugar, porque en ninguna época se ha hablado más de libertad, pero nunca ha sido mayor su carencia. Y en tercer lugar, porque Pablo habla expresamente de la libertad de la Ley; es decir, de la liberación de las ataduras de la falsa religiosidad, que es la que más profundamente ata al hombre.

Muchas veces hemos apuntado que la libertad tiene un aspecto pasivo y otro activo. Por nada del mundo debemos violentar a los demás ni siquiera con el pretexto de salvarles. Pero por otra parte, tampoco debemos dejarnos dominar por nada ni por nadie.

Esto último es mucho más difícil que lo primero, porque supone una actitud de constante vigilancia para que en ningún momento nos dejemos doblegar por personas, cosas o situaciones en las que sería mucho más cómodo dejarse llevar sin oposición.

Tomemos conciencia clara de que la tiranía que más sufrimiento ha causado a través de la historia humana que conocemos, ha sido la religiosa. En nombre de Dios se han cometido las mayores barbaridades. El mismo Jesús se opuso con mucha más fuerza a la injusticia religiosa que a la del imperio romano.

El evangelio de Lucas da un quiebro con la lectura de hoy. A lo largo de los diez capítulos siguientes, nos va hablar de la subida a Jerusalén. Todos los evangelios proponen la subida de Jesús a Jerusalén como un marco teológico, pero Lucas le da un énfasis especial.

Comienza con la frase programática que destaco y termina con la expulsión de los vendedores del templo. Es una trayectoria geográfica, pero sobre todo, una trayectoria espiritual: subida al Padre a través de la muerte.
“Cuando iba llegando el tiempo de que se lo llevaran a lo alto, también él resolvió ponerse en camino para encararse con Jerusalén”.

La frase es un resumen de la vida y muerte de Jesús, incluida la resurrección y glorificación. Este evangelio deja bien claro que lo que va a pasar, por muy desagradable que pueda parecer, es aceptado expresamente por Jesús, tal vez como la única manera de convencerles de que todo lo que había hecho y enseñado, era lo correcto.

El episodio de los discípulos rechazados, tiene mucha miga. Los samaritanos eran considerados herejes por los judíos, que no perdían la ocasión de humillarlos y despreciarlos. No es de extrañar que ellos a su vez tomaran la revancha cuando podían.

Si los enviados hubieran propuesto bien el mensaje de Jesús, si hubieran comunicado las verdaderas intenciones de Jesús al subir a Jerusalén, no sólo no les hubieran rechazado, sino que les hubieran aceptado con los brazos abiertos. Nada más de acuerdo con sus intereses podían esperar los samaritanos. Alguien que fuera capaz de criticar tan duramente lo que se cocía en el templo, tenía que tener toda su aprobación.

Pero seguramente les hicieron pensar en una subida “para hacerse cargo del reino”, que eran lo que los discípulos esperaban. Tergiversaron el mensaje y fueron rechazados de plano... Siempre que nos rechazan, o rechazan a Dios será por presentar un Dios hecho a la medida de nuestros intereses, y por lo tanto falso. La gran tentación del ser humano será siempre manipular a Dios.

La reacción de los Zebedeo tampoco tiene desperdicio. Piensan en un nuevo Elías, que había mandado bajar fuego del cielo que consumió a los emisarios del rey. Pretenden que Jesús haga honor a su condición de profeta poderoso. Otra tentación constante del hombre, poner a Dios de su parte contra todo bicho viviente que le lleve la contraria.

Jesús les “increpó” (el mismo verbo que emplea cuando expulsa los demonios). En otro evangelista Jesús es más explícito y les responde: “No sabéis de qué espíritu sois”.

Y yo me pregunto: ¿Por qué a través de la historia, olvidando esta actitud de Jesús, nos hemos seguido comportando como Santiago y Juan? Siempre que ha tenido el poder suficiente, la Iglesia ha respondido con violencia extrema contra todo el que no aceptara su doctrina o sus normas. Ni siquiera la libertad religiosa, que es un derecho básico de todo ser humano, ha sido capaz de aceptarla hasta que ha perdido la capacidad de imponer su absolutismo.

Como el domingo pasado, se trata de responder a la pregunta: ¿Quién es Jesús? Si de verdad aceptásemos el espíritu de Jesús, la primera consecuencia sería la tolerancia. Jesús no impone nada, simplemente propone la buena noticia del Reino y deja en libertad para aceptarla o rechazarla.

Su mensaje entraña una oferta de verdadera liberación, pero como tal, solo puede interesar a los que sienten que están oprimidos por realidades que no les dejan ser ellos mismos. Toda falta de identificación con el otro, supone una falta de identificación con el Dios de Jesús. Esto no siempre lo tenemos claro.

A continuación propone Lucas tres candidatos a seguirle. No olvidemos que se encuentran en Samaría, tierra hostil al judaísmo oficial. A pesar de ello,  algunos manifiestan la intención de seguir a Jesús. Naturalmente se trata de un montaje literario para incrustar tres máximas claves en el pensamiento de Jesús. Por lo tanto lo importante son las respuestas, que a cada una de ellas da Jesús; no los interlocutores que ni siquiera tienen nombre.

Con frases cortas y tajantes se intenta aclarar una actitud vital sin miramientos de ninguna clase. Se quiere resaltar la radicalidad del mensaje y por lo tanto, del seguimiento. Esa exigencia es una oferta, no una imposición (en contra de lo que acaban de manifestar los discípulos). Cada uno es libre de aceptarla o no. Ni siquiera se dice si los aspirantes la aceptaron. Jesús es exigente, porque sabe que no hay otra opción, pero no intransigente con el que no le sigue.

Esa exigencia no es un capricho de Dios, sino que la pide la misma naturaleza de la oferta de salvación que nos hace Jesús. Nuestra condi ción de criaturas, y por lo tanto limitadas, es la que nos obliga, una vez tomado un camino, a tener que abandonar todos los demás.

La renuncia a aquello que me gusta dejará de ser renuncia, si lo hago con conocimiento y libertad, para convertirse en elección de lo mejor. No siempre, lo que me causa más placer, lo que menos me cuesta, lo que más me agrada, lo que me pide el ADN, es lo mejor para alcanzar la plenitud del ser humano.

Nuestra religión nos ha presentado el seguimiento de Jesús como una renuncia. La utilización de este concepto es la mejor señal de que no hemos entendido nada. No se trata de renunciar, sino de elegir lo que de verdad es bueno para mi auténtico ser. Dios quiere nuestra plenitud.

Tenemos que superar la idea de un Dios que para ser Él más, tiene que humillar al hombre. No, la causa de Dios es la causa del hombre. Dios está identificado con su criatura; por lo tanto la mayor gloria de Dios es que la criatura llegue a su plenitud.

No tenemos que amar a Dios sobre todas las cosas; tenemos que amar a Dios en todas las cosas. Pero si las cosas ocupan el lugar de Dios, me estoy apartando de mi verdadera meta.

La primera máxima: “Las zorras tienen madrigueras, los pájaros nido, pero el Hijo de Hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.

En el ambiente de itinerancia en el que se desarrolla esta parte del evangelista, no hace hincapié en la pobreza, sino en la disponibilidad. El que quiera seguir a Jesús tiene que estar completamente libre de trabas. Ni siquiera la seguridad de un hogar debe impedirle estar dispuesto siempre para la marcha.
   
La segunda máxima: “Deja que los muertos entierren a sus propios muertos”.

Es también radical, pero no debemos entenderla en sentido literal. Lo que le pide el aspirante a Jesús, no es que le permita enterrar a su padre que había muerto, sino que le dejara cumplir con el precepto de atender a su padre anciano hasta que muriera. Jesús antepone las exigencias del Reino a la obligación prescrita por la Ley de atender a los padres. La Ley debe ser superada.

La tercera máxima: “El que echa mano al arado y sigue mirando atrás, no vale para el Reino de Dios”.

Despedirse de su familia no debemos entenderlo como  “decirles adiós”. En aquella sociedad despedirse significaba dedicar días o semanas a celebrar la separación. El significado es muy parecido al de  la anterior, pero aquí se quiere resaltar la apertura integral a todos los seres humanos. Ya no hay particularismos, ni siquiera existe “mi familia”. Ahora toda la humanidad es mi familia. El círculo familiar suele ser la excusa donde camuflo un egoísmo amplificado que me impide darme a todos.

Las exigencias radicales que propone Jesús en el evangelio, debemos interpretarlas desde la perspectiva del Reino. No se refiere tanto a la materialidad de las realidades que hay que abandonar, cuanto al desapego de toda seguridad que es la verdadera exigencia del seguimiento.

Se trata de vivir una escala de valores de acuerdo con el Reino, pero no quiere decir que haya que renunciar a todo lo humano para llevar una vida desencarnada. La familia, la amistad, el compromiso social son valores que pueden ser incorporados al mensaje de Jesús, siempre que no les demos un valor exagerado y confiemos únicamente en ellos.



Meditación-contemplación



¡No sabéis de qué espíritu sois!
La mayoría de los cristianos no nos hemos enterado.
Si te preocupa que alguien te rechace,
es que no has entendido lo que realmente eres
y sigues mendigando el favor de los otros y en eso confías.
....................

Lo que debía preocuparnos es
que aún somos capaces de rechazar al otro.
Seguimos sin confiar en lo que somos y en lo que es Dios para nosotros.
Por eso necesitamos de seguridades externas.
No se trata de librarse de los demás, sino de liberarse de uno mismo.
..............................

La necesidad de juzgar, de condenar,
de aislar al que no piensa como nosotros,
es la mejor prueba de incomprensión del evangelio.
Todos los fundamentalismos son fruto de la misma actitud,
una falta de confianza en Dios y en la Vida.
..........................


Fray Marcos

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