18 de febrero de 2010

El ayuno que agrada al Señor...


Conté mis años y descubrí
que tengo menos tiempo para vivir
de aquí en adelante
que el que viví hasta ahora.

Me siento como aquel niño
que ganó un paquete de golosinas:
las primeras las comió con agrado,
 pero, cuando percibió que quedaban pocas,
comenzó a saborearlas profundamente.

Ya no tengo tiempo
para reuniones interminables,
donde se discuten estatutos,
normas, procedimientos
y reglamentos internos,
sabiendo que no se va a lograr nada.

Ya no tengo tiempo
para soportar absurdas personas
que, a pesar de su edad cronológica,
no han crecido.

Ya no tengo tiempo
para lidiar con mediocridades.

No quiero estar en reuniones
donde desfilan egos inflados.

No tolero a maniobreros y ventajeros.
Me molestan los envidiosos
que tratan de desacreditar
a los más capaces,
para apropiarse de sus lugares,
talentos y logros.

Detesto, si soy testigo,
de los defectos que genera
la lucha por un majestuoso cargo.
Las personas no discuten contenidos,
apenas los títulos.
Mi tiempo es escaso
como para discutir títulos.

Quiero la esencia,
mi alma tiene prisa...
Sin muchas golosinas en el paquete...
Quiero vivir al lado de gente humana,
muy humana.
Que sepa reír de sus errores.
Que no se envanezca con sus triunfos.
Que no se considere electa,
antes de hora.
Que no huya de sus responsabilidades.
Que defienda la dignidad humana.
Y que desee tan sólo
andar del lado de la verdad y la honradez.

Lo esencial es lo que hace
que la vida valga la pena.
Quiero rodearme de gente
que sepa tocar el corazón de las personas…
Gente a quien los golpes duros
de la vida le enseñó a crecer
con toques suaves en el alma.

Si, tengo prisa…
por vivir con la intensidad
que sólo la madurez puede dar.

Pretendo no desperdiciar

las golosinas que me quedan…
Estoy seguro que serán más exquisitas
que las que hasta ahora he comido.

Mi meta es llegar al final
satisfecho y en paz
con mis seres queridos y con mi conciencia.

Espero que la tuya sea la misma,
porque de cualquier manera llegarás...

Mario de Andrade

Música para orar y compartir...


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