30 de enero de 2010

2 de febrero: DIA DE LA VIDA CONSAGRADA Y FIESTA TEATINA

Fue un 2 de Febrero...
 
 
 
393º aniv. Aparición de Nuestra Señora a la Ven. Úrsula Benincasa.

Carta de la Secretaria de Madre Úrsula al Padre Mateo Santomango, informándole sobre lo qué fue y cómo fue la “visión” del 2 de febrero de 1617.

“Yo, dijo la Madre, en este año de 1617, a dos de febrero, día de la Purificación de la Virgen, en habiendo comulgado, fui llevada al jardín que hemos comprado al Obispo de Ísola y ahora, que me ha llevado el Señor, he visto mejor el lugar que cuando me habíais llevado vosotras, hermanas mías…

Y cuando llegué al lugar donde está aquella estatua de mármol, que duerme, ví claramente en el aire a la Madre de Dios portando a su Santísimo Hijo en el brazo. Y era la Santísima Concepción, pues iba vestida de blanco, con escapulario y manto azul celeste. Y el Señor Jesús tenía en mano la veste de Teatino.

Vi, al lado derecho de la Virgen, a una gran muchedumbre de monjas y, en el lado izquierdo, a una gran multitud de hermanas de la Congregación.

Y la Bienaventurada Virgen me consolaba, dándome a entender que había recibido mis lágrimas y oraciones por las necesidades del Mundo. Y razonando juntos el Señor con la Virgen, se ofrecían mutuamente regalos el uno al otro.

El Señor daba a su Madre Santísima treinta tres Eremitas en memoria de los 33 años que Él estuvo en la tierra y la Madre daba muchas de estas hermanas vestidas de negro (como andáis ahora) al Señor en memoria de los años que Ella había estado en la tierra. Y, mientras se intercambiaban estos dones, vi, en un instante, a todas aquellas monjas de la derecha vestidas de blanco y azul, de la misma manera que la Santísima Virgen, y las del lado izquierdo, vestidas de negro, y el Señor decía: “Madre mía, las oraciones de estas treinta y tres Eremitas aplacarán el justo desdén que siento por el mundo… Dos serán sus continuos desvelos: la salvación de las almas y estar muertas a la carne pero unidas a Mí. Después ví a la Beatísima Virgen que donaba a vosotras, hermanas mías, a su Santísimo Hijo, en memoria de su vida, rogándole que, por amor suyo, librara al Mundo de los castigos con que merecidamente lo había amenazado. Y habiéndose hecho el uno al otro estos regalos, ví a una gran multitud de Ángeles, vestidos con hábito blanco y azul, que andaban volando por todo el mundo, pero en particular por toda la Ciudad de Nápoles ofreciéndole ayuda en todas sus necesidades y también en las necesidades de personas particulares. Veía a dichas Romitas resplandecer como si fueran ascuas de Amor, verdaderas llamas de fuego.

Y en este mismo instante el Señor me dio la Religión de los Padres Teatinos, diciéndome: Esta religión ha de gobernar estos dos lugares; han de heredad el Espíritu que te he dado a ti y que ellos, a su vez, heredarán a estas Eremitas cuando haya tomado sobre mis hombros el peso de hacer esta obra de Dios… “

 
Materiales para una HORA SANTA
2 DE FEBRERO DE 2010

Compendio de la Vida de Madre Úrsula Benincasa


Providencia de Dios todas las cosas...
Estábamos preparando el material
para nuestra celebración del 2 de febrero
y... sin buscarlo ni esperarlo,
al rastrear en internet todos los textos
que os habíamos enviado a lo largo de estos años
apareció algo muy valioso...

Nada menos que un libro
escaneado por la Universidad Complutense de Madrid
que data del año 1663 y que se titula
"Compendio de la Vida
de la Venerable Úrsula Benincasa,
fundadora de las Religiosas Teatinas   "
El original latino fue traducido al romance
por un religioso anónimo...

Si haces CLIC AQUÍ, podrás acceder
al texto completo y descargarlo en PDF.
También puedes echarle un vistazo
directamente en este blog.

Feliz preparación a la Fiesta de la Presentación del Señor,
día teatino por excelencia
y Jornada Mundial de la Vida Consagrada.

Os abraza con cariño,
la Comisión Internacional de Divulgación



De quien es esa voz...


" Tened por perdidos los momentos que paséis
sin pensar en Dios.
Guardad siempre su Presencia..."
( Úrsula Benincasa )



De quién es esa voz que va conmigo
por el desierto de la noche oscura
de quién es esa voz que me asegura
la certidumbre de lo que persigo.

De quién es esa voz que no consigo
reconocer en la tiniebla y pura,
de quién es esa voz cuya dulzura
me recuerda la voz del pan de trigo.

De quién es esa voz que me serena
de quién es es esa voz que me levanta,
de quién es esa voz que me enajena,
de quién es esa voz que cuando canta... 

De quién esa voz que cuando suena
me anuda el corazón y la garganta .

( Poema de Francisco Luis Bernardez, interpretado por las Misioneras de María Madre de la Iglesia )
 
Para oir la canción haz CLIC AQUÍ

27 de enero de 2010

Creo en el amor...

Para un rato de contemplación...


25 de enero de 2010

Todos tenemos nuestro camino de Damasco...




Mientras Saulo iba a Damasco en persecución de los discípulos de Jesús, una voz le envolvió, cayó en tierra y oyó la voz de Jesús: Saulo, Saulo ¿por qué me persigues? Saulo preguntó: ¿Quién eres tú, Señor? Jesús le respondió: Yo soy Jesús a quien tú persigues.     ¿Y qué debo hacer, Señor?




Pocas veces un diálogo tan breve ha transformado tanto la vida de una persona. Cuando Saulo se levantó estaba ciego, pero en su alma brillaba ya la luz de Cristo. "El vaso de ignominia se había convertido en vaso de elección", el perseguidor en apóstol, el Apóstol por antonomasia.



Desde ahora "el camino de Damasco, la caída del caballo", quedarán como símbolo de toda conversión. Quizá nunca un suceso humano tuvo resultados tan fulgurantes. Quedaba el hombre con sus arrebatos, impetuoso y rápido, pero sus ideales estaban en el polo opuesto al de antes de su conversión. San Pablo será ahora como un fariseo al revés. Antes, sólo la Ley. En adelante únicamente Cristo será el centro de su vida.



La caída del caballo representa para Pablo un auténtico punto sin retorno. "Todo lo que para mí era ganancia, lo tengo por pérdida comparado con Cristo. Todo lo tengo por basura con tal de ganar a Cristo. Sólo una cosa me interesa: olvidando lo que queda atrás y lanzándome a lo que está delante, corro hacia la meta, hacia el galardón de Dios, en Cristo Jesús". Pablo es llamado "el Primero después del único".

La vocación de Pablo es un caso singular. Es un llamamiento personal de Cristo. Pero no quita valor al seguimiento de Pablo. En el Evangelio hay otros llamamientos personales del Señor, como el del joven rico y el de Judas Iscariote, que no le siguieron o no perseveraron. "Dios es un gran cazador y quiere tener por presa a los más fuertes" (Holzner). Pablo se rindió: "He sido cazado por Cristo Jesús". Pero pudo haberse rebelado.

Normalmente los llamamientos del Señor son mucho más sencillos, menos espectaculares. No suelen llegar en medio del huracán y la tormenta, sino sostenidos por la suave brisa, por el aura tenue de los acontecimientos ordinarios de la vida, Todos tenemos nuestro camino de Damasco. A cada uno nos acecha el Señor en el recodo más inesperado del camino.


Compartimos este video para un rato de meditación






24 de enero de 2010

El Espíritu del Señor...



" El Espíritu del Señor está sobre mí.
Él me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres..."


DOMINGO III (C)


(Neh 8,2-10) Esdras leyó el libro de la ley y todo el pueblo estaba atento.

(1 Cor 12,12-30)Vosotros sois el cuerpo de Cristo y cada uno es un miembro.

(Lc 4,14-21) El Espíritu del Señor está sobre mí. Enviado para dar la buena noticia.



CONTEXTO.- Como sabéis, este ciclo (C) nos toca leer al evangelista Lucas. Después de los relatos de infancia, narra el bautismo de Jesús y a continuación las tentaciones del desierto. En 4, 14 comienza propiamente la vida pública de Jesús con este relato de la predicación en la sinagoga de su pueblo, después de una breve introducción general en la que habla de sus enseñanzas por las sinagogas de Galilea. En el texto queda claro que no es la primera vez que entra en una sinagoga porque dice: “como era su costumbre”. Esto se da por supuesto en los versículos siguientes cuando comenta: “haz aquí lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaún. De hecho, en Mt y Mc se narra este episodio más adelante.


EXPLICACIÓN.- El texto de Isaías que Jesús mismo lee, es el punto de partida. Pero más importante aún que la cita, es la omisión voluntaria de la última parte del párrafo, que dice: “... y un día de venganza para nuestro Dios” (estaba expresamente prohibido añadir o quitar un ápice del texto). Con ello Jesús ya está manifestando su talante, antes de empezar el comentario. Los que escuchaban conocían de memoria el texto, y se dieron cuenta de la omisión. Parece que le muestran su aprobación, pero no pasa de una nerviosa expectación. Que el hijo de José se atreva a rectificar la Escritura era inaceptable. En el texto de Isaías queda claro que la buena noticia anunciada era para los judíos, no para los demás pueblos. Jesús trae una buena noticia para todos los oprimidos. Si no es para todos no es evangelio.


No comenta un texto de la Torá, que era lo más sagrado para el judaísmo de aquel tiempo, sino un texto profético. El fundamento de la predicación de Jesús se encuentra más en los profetas que en el Pentateuco. Debemos dejar claro que el mismo Espíritu que ha inspirado la Escritura, unge a Jesús para corregirla e ir mucho más allá de ella. El valor absoluto que se daba a la Escritura queda abolido. No se anula la Escritura, sino el carácter absoluto que le habían dado los rabinos. Ninguna teología, ningún rito, ninguna norma pueden tener valor absoluto. Es hombre debe estar siempre abierto al futuro. Este era también el resumen del mensaje del domingo pasado en el relato de la boda de Caná.


Al aplicarse a sí mismo el texto, está declarando su condición de “Ungido”. Seguramente es esta pretensión la que provoca la reacción de sus vecinos, que le conocían de toda la vida y sabían quién era su padre y su madre. En otras muchas partes de los evangelios se apunta a la misma idea: La mayor cercanía a la persona de Jesús se convierte en el mayor obstáculo para poder aceptar lo que verdaderamente representa. Para un judío era impensable que alguien se atreviera a cambiar la idea de Dios reflejada en la Escritura.


Con la Escritura en la mano, Jesús anuncia la raíz más profunda de su mensaje. Fijémonos bien. A las promesas de unos tiempos mesiánicos por parte de Isaías, contrapone Jesús los hechos, “hoy se cumple esta Escritura”. Toda la Biblia está basada en una promesa de liberación por parte de Dios. Pero debemos tener mucho cuidado para no entender literalmente ese mensaje, y seguir esperando de Dios lo que ya nos ha dado. Dios no nos libera, Dios es la liberación. Soy yo el que debo tomar conciencia de que soy libre y puedo vivir en libertad sin que nadie me lo impida. También debo ayudar a los demás a descubrir la posibilidad de ser libres. Como Jesús, no debo dejar que nada ni nadie me oprima. Ni Dios ni los hombres en su nombre, pueden exigirme ninguna clase de vasallaje.


La libertad es el estado natural del ser humano, cuando no ha caído bajo la opresión. La “buena noticia” de Jesús va dirigida a todos los que padecen cualquier clase de sumisión, por eso tiene que consistir en una liberación. Debemos tener mucho cuidado de no caer en una demagogia barata. La enumeración que hace Isaías no deja lugar a dudas. Llega la liberación a todos los oprimidos y de todas las opresiones, las materiales y las espirituales. En nombre del evangelio no se puede predicar la simple liberación material. Pero tampoco podemos conformarnos con una propuesta de salvación meramente espiritual, desentendiéndonos de las esclavitudes materiales, en nombre de una salvación que nos empeñamos en proyectar para el “más allá”.


Sólo encontraremos al Dios de Jesús, cuando nos acercamos al hombre. Oprimir a alguien o desentenderse del oprimido, es negar radicalmente al Dios de Jesús. El Dios de Jesús no es el aliado de unos pocos que le caen en gracia. No es el Dios de los buenos, de los piadosos ni de los sabios. Es, sobre todo, el Dios de los marginados, de los excluidos, de los enfermos y tarados, de los pecadores. Sólo estaremos de parte Dios, si estamos con ellos. De otro modo, podemos estar seguros que nos relacionamos con un ídolo. Una religión, compatible con cualquier clase exclusión, es idolátrica. No solo se ve claro en la cita de Isaías que hemos leído hoy. Cuando el Bautista envía dos discípulos a preguntar a Jesús si era él el que había de venir, responde Jesús con la misma idea: “id y contarle a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven los cojos andan…etc.


Más que nunca está buscando hoy el ser humano su liberación, pero está claro que algo está fallando en esa búsqueda. Tal vez el secreto está en que buscamos con ahínco la liberación de las opresiones externas, pero descuidamos la liberación interior que es la primera que tenemos que conseguir. Jesús habla de liberarse, antes de hablar de liberar a los demás. Sobre todo en el evangelio de Juan, está muy claro que tan grave es oprimir como dejarse oprimir. El ser humano puede permanecer libre, aunque le lluevan sometimientos externos. Hay siempre una parte de su ser que nada ni nadie puede doblegar. La vida de Jesús ha sido el mejor ejemplo. Para Jesús, la primera obligación de un ser humano es no admitir ninguna esclavitud. Pero el primer derecho de todo hombre es verse libre de cualquier opresión. Y debe quedar muy claro, que la opresión más deshumanizadora es la que se ejerce en nombre de Dios. Cuando nos exigen cualquier clase de sometimiento en nombre de Dios, nos están engañando.


¿Cómo conseguir ese objetivo? El evangelio nos lo acaba de decir: Jesús volvió a Galilea con la fuera del Espíritu. Ahí está la clave. Sólo el Espíritu nos puede capacitar para cumplir la misión que tenemos como seres humanos. Tanto en el AT como en el NT, ungir era capacitar a uno para una misión. Pablo nos lo dice con claridad meridiana: Si todos hemos bebido de una mismo Espíritu, seremos capaces de superar el individualismo, y entraremos en la dinámica de pertenencia a un mismo cuerpo.


La idea de que todos formamos un solo cuerpo es sencillamente genial. Ninguna explicación teológica puede llevarnos más lejos que esta imagen. La idea de que somos individuos con intereses encontrados es tan demencial como pensar que cualquier parte de nuestro cuerpo pueda ir en contra de otra parte del mismo cuerpo. El individualismo instintivo sólo puede ser superado por la conciencia de unidad a la que nos lleva el Espíritu.


Pablo nos invita a aceptarnos los unos a los otros como diferen¬tes. Esa diversidad es precisamente la base de cualquier organismo. Sin ella el ser vivo sería inviable. Tal vez sea una de las exigencias más difíciles de nuestra condición de criaturas, aceptar la diversidad, aceptar al otro como diferente, encontrando en esa diferencia, no un peligro sino una riqueza insustituible. Si somos sinceros, descubrimos que estamos en la dinámica opuesta: rechazar y aniquilar al que no es como nosotros. Todavía hoy sigue siendo una asignatura pendiente para nuestra religión, no ya la aceptación, sino el simple soportar al diferente.


La única predicación de Jesús fue el amor, que es lo mismo que decir la unidad de todos los hombres. Eso supone la superación de todo egoísmo y por lo tanto la superación de toda conciencia de individuali¬dad. Los conocimientos adquiridos en estos dos últimos siglos vienen en nuestra ayuda. Somos parte del universo, somos parte de la vida. Si seguimos empeñándonos en encontrar el sentido de mi existencia en la individualidad terminaremos todos locos. El sentido está en la totalidad, que no es algo separado de mi individualidad, sino que es su propio constitutivo esencial. No sólo para sentirme unido a toda la materia, sino para sentirme identificado con todo el Espíritu. Solo por este camino seremos capaces de superar la división que nos aniquila, que no nos deja ser nosotros mismos ni descubrir el verdadero sentido de nuestra vida.


Ya sabemos que el “Espíritu” no es más que Dios presente en lo más hondo de nuestro ser. Eso que hay de divino en nosotros es nuestro verdadero ser. Todo lo demás, no solo es accidental, transitorio y caduco, sino que terminará por desaparecer, querámoslo o no. No tiene ni pies ni cabeza que sigamos empeñados en potenciar lo que de nosotros es más endeble, aquello de lo que tenemos que despegarnos. Querer dar sentido a mi existencia potenciando lo caduco, es ir en contra de nuestra naturaleza más íntima.



Meditación-contemplación



Todo lo que es y significa Jesús, es obra del Espíritu.


Él descubrió dentro de sí esa realidad divina, y la vivió.


Por eso le llamaron Jesús el Cristo (ungido)


La buena noticia es que todos podemos llegar a la misma experiencia.


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Hoy se cumple esa Escritura en ti.


Ese mismo Espíritu que actuó en Jesús, está actuando siempre en ti.


Dios da el Espíritu sin medida.


Si no descubres y experimentas esto, ninguna vida espiritual será posible.


...........................



El Espíritu te llevará al amor.


El amor se manifestará en actitudes, que siempre beneficiarán a los demás.


La fuerza del ego nos separa. La fuerza del Espíritu nos identifica.


Conecta con esa energía divina que ya está en ti,


y la espiritualidad será lo más espontáneo y natural de tu vida.


.........................

Oración a Madre Úrsula




ETERNO PADRE,
POR LOS MERITOS DE LA PASION
DE TU HIJO JESUCRISTO
Y POR LA ACCION SANTIFICADORA
DEL ESPIRITU SANTO,
TE RUEGO QUE GLORIFIQUES EN ESTA TIERRA
A TU SIERVA ÚRSULA BENINCASA,
CONCEDIENDOME POR SU INTERCESION
LA GRACIA QUE TE PIDO

( pide con fe la gracia que necesitas )



Reza un padrenuestro, tres avemarias y un gloria.


Difunde la novena,
y por favor y no dejes de informar
de las gracias y favores
recibidos por interecesion de Madre Úrsula.

17 de enero de 2010

La mejor boda de la historia

" Hijas mías,
servid al Señor con ALEGRÍA "
( Madre Úrsula )



¿Quién no ha ido de boda alguna vez? No tiene nada que ver con ninguna otra fiesta. No es lo mismo ir de boda que ir a pasar un rato con los amigos o a cenar juntos o cosas parecidas. La boda tiene algo especial.


Una boda es la celebración de la vida. En todos los pueblos y culturas, la boda se celebra de una manera especial. En todos se derrocha alegría y todo lo que lleva consigo la fiesta. Los asistentes comparten la alegría de los esposos. Estos comienzan una nueva vida. Si me apuran, incluso en el caso de que los novios hayan vivido juntos antes, la boda tiene un profundo significado. Marca un antes y un después. La boda es un compromiso público de amor. La boda nos dice a todos que el amor sigue siendo el mejor motor de la historia, que lo mejor de la vida es el amor. Y que ese amor es, por sí mismo, creador de vida. Y, por lo tanto, de esperanza.
 
Proclamación de esperanza

Los que participan en la fiesta de la boda ven reflejadas en los novios sus propias esperanzas. También quizá sus propias frustraciones. Pero sobre todo la capacidad de la persona humana de superar la soledad y relacionarse de tú a tú con otra persona. La boda crea la comunidad del amor y es un amor creador de vida. Aunque conocemos el fracaso de muchas parejas, seguimos yendo de boda y pensando y deseando y esperando que esos que dicen que se aman se amen para siempre y para todo.

En el Evangelio de hoy se nos cuenta la historia de una boda. Asisten a ella Jesús y sus discípulos y también su madre, María. Hay un problema en esa boda: falta el vino. En algunas culturas es posible que no se entienda lo que eso puede significar pero en la cultura mediterránea el vino es un elemento fundamental de la alimentación y también de la fiesta. El vino bueno marca el nivel de la fiesta. El vino es sabor, paladar. El vino bueno no es para emborracharse sino para deleitarse con él. En el caso de la boda del Evangelio no es que el vino sea malo. Simplemente el vino se ha terminado. No hay vino. Por tanto, no hay fiesta.

La intervención de Jesús, a petición de su madre, devuelve la fiesta a su ser. Vuelve a haber vino y vino en abundancia, en muchísima abundancia –muchos invitados tenían que ser y mucho tenían que beber para acabar con aquellos 600 litros de vino–. Pero es, además, vino bueno, vino del mejor.

Jesús, fuente de alegría y esperanza

El significado es sencillo: la fiesta de los hombres se había acabado. Ya no había más vino en la historia. La boda ya no era expresión de vida. La alegría estaba a punto de convertirse en tristeza. Pero la presencia de Jesús devuelve la fiesta a su ser. Jesús es el vino que nos trae la alegría. No es un vino normal. Es el vino bueno, el que eleva la calidad de la fiesta, el que da a la vida sentido y esperanza a los que participan en ella. Ha venido Jesús y su presencia es fuente de vida y esperanza, de alegría y gozo.

Es la presencia de Dios mismo que se esposa con su pueblo, como nos recuerda la primera lectura del profeta Isaías. Con Jesús el pueblo “devastado” y “abandonado” recobra la alegría.

Nosotros somos los mayordomos y criados de esa boda. Los discípulos de Jesús estamos encargados de reunir a los invitados y de servirles el vino de la vida, la alegría y la esperanza. Como dice Pablo en la segunda lectura, cada uno con su función, con sus dones del Espíritu, pero todos con una misma misión: anunciar el reino, reunir al pueblo de Dios, hacer que recobre la alegría y que no se vuelva a sentir abandonado. Porque su Dios está con él. Hay que preparar la fiesta de las bodas de Dios con su pueblo, hay que hacer que la invitación llegue a todos, sin excluir a nadie, sin condenar a nadie. Porque todos son amados por Dios.

Fernando Torres Pérez, cmf



11 de enero de 2010

Plegaria en un día de invierno...

" En la contemplación de la naturaleza
el alma se eleva a Dios , su Creador..."
( Madre Úrsula )


( Gracias, Comunidad de Pinto, por compartir esta foto
hecha en el patio del cole, hoy 11 de enero de 2010,
después de una noche de intensa nevada )

Oración del invierno



Alabado seas, mi Señor,
por el invierno que nos lleva al recogimiento.
El invierno es frío, pero favorece la intimidad;
es nieve, pero favorece la compañía acogedora.
Perdón por ser tan superficiales y tan poco profundos,
por vivir tan distraídos y tan poco atentos
a las gracias y mociones de tu Espíritu.
Perdón por la poca intimidad
y el escaso cultivo de la vida espiritual y fraterna.
Te suplicamos que no te desanimes con nosotros
cuando nos olvidamos de ti, satisfechos
y arropados por nuestras pobres conquistas.
Perdónanos aunque sonriamos
ante nuestras fastuosas infantilidades.

Te prometemos estar más atentos a tu Presencia
en la historia del mundo y en nuestra vida particular.
Viviremos más en sintonía contigo,
más llenos de tu energía,
pues eres el huésped
más querido de nuestros corazones.

Y prometemos cuidar mejor de los pobres,
tus predilectos,
para que no sufran tanto
con los rigores del invierno.

Nos preocuparemos, también,
de los que sufren el frío
de la soledad y del desamor.
Nuestra presencia junto a ellos
será una expresión de nuestra atención
a tu Presencia cálida en nuestras vidas.

En alabanza a Cristo. Amén.


(*) El texto está tomado de internet, de autor desconocido.
La fotografía nos la ha enviado Sor Rebeca, aprovechando
la nevada que cae en estos momentos sobre Pinto ( Madrid )


Si te gusta la fotografia y tienes tiempo como para pasar un rato en contemplación,
no te pierdas la obra del fotógrafo ANTONIO MÁS
Clic en

9 de enero de 2010

Bautismo del Señor

“Vivir nuestro Bautismo” (*)
Carta de Mons. Juan José Asenjo



Celebramos en este domingo la fiesta del Bautismo del Señor, acontecimiento que cierra la vida oculta e inaugura su vida pública. Ya desde los primeros siglos, la liturgia oriental celebraba con gran solemnidad este hecho importante de la vida de Jesús. En la Iglesia latina, sin embargo, era simplemente un aspecto más de la solemnidad de la Epifanía. La liturgia romana hubo de esperar a la reforma del Vaticano II, que crea esta fiesta, situándola en el primer domingo después de Epifanía, dándonos a entender que es como una prolongación de aquella, es decir, una de las grandes manifestaciones del Señor al mundo.

Los signos del cielo que tuvieron lugar en aquel momento transcendental de la vida de Jesús debieron impresionar de tal modo a los testigos del acontecimiento que los cuatro evangelistas lo narran. Por otra parte, la teofanía maravillosa en la que el Padre declara que Jesús es el Hijo amado, el predilecto, mientras el Espíritu Santo unge a Jesús en el comienzo de su ministerio público, es la prueba más palmaria de su mesianidad y el más seguro refrendo de su divinidad. El relato del Bautismo del Señor es además para la Iglesia primitiva la mejor catequesis sobre el significado del bautismo cristiano.

Efectivamente, la fiesta del Bautismo del Señor evoca el día de nuestro bautismo, el día más importante de nuestra vida, aquella fecha magnífica que todos deberíamos conocer y celebrar más incluso que el día de nuestro nacimiento físico. En aquel día grandioso fuimos purificados del pecado original y lo que es más importante, fuimos consagrados a la Santísima Trinidad, que vino a morar en nuestros corazones. En aquel día memorable recibimos el don de la gracia santificante, el mayor tesoro que nos es dado poseer en esta vida. Es la vida divina en nosotros, que nos permite formar parte de la familia de Dios como hijos bienamados del Padre, hermanos del Hijo y ungidos por el Espíritu. En aquel día fuimos incorporados al misterio pascual de Cristo muerto y resucitado, sacerdote, profeta y rey, y en consecuencia, recibimos una participación de su sacerdocio real y de su condición de profeta, que nos habilitó y destinó al culto, a ofrecer sacrificios gratos a Dios por Jesucristo, y a testimoniarlo con obras y palabras. Al mismo tiempo, al incorporarnos a Cristo, Cabeza del Cuerpo Místico, quedamos incorporados a la Iglesia, la porción más valiosa de la humanidad, la Iglesia de los mártires, de los confesores, de las vírgenes, la Iglesia de los héroes y los santos, que han dado la vida por Jesús y que nos estimulan con su ejemplo en nuestro caminar.

El recuerdo de nuestro bautismo en esta fiesta del Bautismo del Señor hace brotar en nosotros un primer sentimiento: la gratitud al Señor que permitió que naciéramos en un país cristiano y en el seno de una familia cristiana, que en los primeros días de nuestra vida pidió para nosotros a la Iglesia la gracia del bautismo.

Una segunda actitud es el gozo. Hemos de recordar ese día transcendental en nuestra vida con una profunda alegría interior. Un tercer sentimiento debe ser la responsabilidad. De ahí las preguntas que en esta fiesta todos nos debemos formular en la  intimidad de nuestros corazones: ¿El bautismo es algo vivo, actual, que compromete mi vida de cada día o es el mero recuerdo de un suceso del pasado? ¿Vivo con confianza y alegría mi condición de hijo de Dios, Padre bueno y providente, que se preocupa de mí y me mira con ternura? ¿Mi vida está organizada como una respuesta a la alianza que sellé con el Señor en aquella fecha memorable? ¿Soy consciente de que la gracia santificante es un tesoro que debo cuidar cada día? ¿Cultivo la amistad y la intimidad con el Señor? ¿Vivo con hondura la fraternidad, con la conciencia de que mis semejantes son también hijos de Dios y hermanos míos? ¿Vivo con gratitud, con amor y con orgullo mi pertenencia a la Iglesia, hogar cálido y mesa familiar que me acoge y acompaña en mi vida de fe?

Termino ya recordándoos que aspirar con todas nuestras fuerzas a la santidad es la exigencia más radical de nuestro bautismo, en el que fuimos constituidos como verdaderos hijos de Dios, partícipes de la divina naturaleza y, por lo mismo, realmente santos, con la santidad que los teólogos llaman ontológica, llamada a completarse con la santidad moral, que debe ser nuestro único proyecto vital.

Dios quiera que la fiesta del Bautismo de Jesús signifique en nuestras vidas aquello que pedimos al Señor en la oración colecta de este día: “Concede a tus hijos de adopción, renacidos del agua y del Espíritu santo, la perseverancia continua en el cumplimiento de tu voluntad”. Este es mi deseo y mi mejor augurio para todos vosotros, en los comienzos del nuevo año de gracia que el Señor nos ha concedido.

Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Administrador Apostólico de Córdoba


(*) Nuestro agradecimiento a María Isabel Ríos Monje, de Sevilla,  por tener la gentileza de compartir con nosotras estos materiales tan valiosos.¡ Gracias desde el corazón !

5 de enero de 2010

CONTAGIOSA ALEGRÍA....

" Hijas mías, ¡ SED ALEGRES !"
( M´. Úrsula )

El video se hizo en la estación central del tren en Bélgica,
Sin ningún aviso a los pasajeros que transitaban por la estación.

A las 8:00 a.m., una grabación de Julie Andrews
cantando "Do, Re, Mi", comenzó a sonar en la megafonía central,
ante la sorpresa de los pasajeros, que poco a poco, tímidamente,
se fueron sumando a los 200 bailarines repartidos por todo el espacio...
¡ y todo esto fue creado con sólo dos ensayos !
y sí... la alegría ES CONTAGIOSA....




1 de enero de 2010

UN AÑO NUEVO CON CORAZÓN...

«¡Feliz Año Nuevo!».




¿Cuántas veces lo hemos dicho, y cuántas nos faltan aún por decirlo? En la Nochevieja habremos levantado una copa para brindar, desear y pedir que el año 2010 sea un año feliz; al menos mejor que el pasado.
Al echar un vistazo al año que se fue caemos en la cuenta de que se ha prolongado la lista de guerras, represalias, venganzas, catástrofes, corrupciones y fraudes, enfermedades, que hemos estropeado un poco más este planeta; cada cual tiene su propia colección de sufrimientos y oscuridades, fracasos y desengaños, de proyectos no realizados, de cosas que quisimos cambiar y siguieron tozudamente como siempre.



¿Pesimistas? ¿Cansados? ¿Derrotados? ¿O más bien esperanzados?
Algo bueno habremos pasado también. En algo habremos crecido, alguna meta habremos alcanzado, alguna buena noticia nos habrá alegrado el corazón, alguna amistad nueva habrá comenzado, alguna sorpresa agradable habremos vivido... Si sólo nos fijamos en las malas noticias... los éxitos, las bendiciones y las alegrías parecen pequeños y frágiles.


Ojalá hayamos sido capaces de reconocerlos y agradecerlos.

Desde su pequeñez, María supo alegrarse, agradecer y alabar a Dios por todas las obras que Dios estaba haciendo en ella, por ella, con ella.
Esos buenos y sinceros deseos que nos brotan al tener delante la primera hoja del calendario, ¿son sólo sueños, fantasías, frases hechas? ¿Realmente en este nuevo año vamos a ser más felices nosotros y los que caminan a nuestro lado?


Quizá nuestra salud nos dé algún sobresalto, o tal vez la de algún ser querido, que puede que sea peor. La fragilidad humana nos hace temer algún disgusto o decepción de los que más nos quieren. Es casi seguro que yo mismo falle a alguien y no sepa estar a la altura de las circunstancias, que sigan activos algunos enfrentamientos y conflictos personales, que se repetirán las mismas manías en mi forma de ser, que no pocos de los problemas pendientes del año que se fue se habrán distribuido ya por los días aún sin estrenar.
Entonces, ¿tienen sentido esos brindis, esperanzas, y buenos deseos y propósitos?

Este año apenas estrenado no será más feliz porque los acontecimientos nos resulten favorables, sino porque miramos y sentimos las cosas desde el corazón de una manera nueva y favorable. La felicidad no está fuera, en lo que pasa o nos pasa... sino dentro, en mí mismo. No está en la salud, la suerte, el éxito o la riqueza, sino en el modo de situamos ante ellas, en lo que hacemos con cada cosa que nos viene. La felicidad, la paz del corazón, la ilusión, el equilibrio, el estar bien no dependen fundamentalmente de los otros, de lo otro sino de mí mismo, de lo que yo hago con todo eso, de cómo me tomo las cosas.



Nos ha dicho el Evangelio:
«María conservaba todo esto, meditándolo en su corazón».
Re-cordaba (pasaba por el corazón) y meditaba todo lo que iba ocurriendo ante sus ojos, tratando de aprender, de comprender, de dejarse afectar por lo que les ocurría a los demás. Era una mujer de profundidad, de corazón.

El corazón no es un álbum de fotos, para repasar de cuando en cuando con nostalgia, o acaso con rabia, sino un lugar para discernir, para separar y clarificar lo que es manantial de vida y lo que nos llena de muerte, el mal y bien; es el lugar para buscar y profundizar en el significado de todas las cosas: no todo vale, ni vale lo mismo para la vida del hombre y la gloria de Dios.

Es el lugar para preguntamos qué hacer con lo que nos duele, lo que nos desconcierta, lo que no responde a lo que esperábamos, qué decisiones tomar para conservar la serenidad, la fidelidad a nuestros valores y compromisos, para cambiar lo que depende de nosotros, para no dejarnos apresar por los acontecimientos, para afirmar lo que es importante e irrenunciable, para no perder el rumbo.

En el corazón tiene puesta su residencia el mismo Dios que es amor; somos su templo. Nos lo dejó escrito san Agustín: Dios está conmigo en lo más profundo de mi propio corazón.

El rostro de Dios se reconoce ahora en el ser humano, nacido de Mujer, bajo la ley, para estar más a nuestro alcance, para que lo comprendamos mejor, para que lo sintamos cercano, y para que nos hagamos cercanos unos a otros; se esconde en lo más profundo del hombre para que allí lo descubramos. En mí mismo, y en «cada otro».
Dios no tiene más que mirarnos el corazón para saber cómo estamos, y se deja mirar y descubrir con los ojos del corazón, aunque a veces las señales de su presencia sean tan enormemente sencillas y cotidianas: como un niño pobre, envuelto entre pañales, y con los brazos de sus padres como única cuna y abrigo.


Cuando le miramos desde el silencio del corazón, como nos enseñó su Madre, sentimos que nos deja una presencia discreta que nos transforma y alegra, que nos anima, fortalece y pacifica.


Por eso quiero invitaros hoy a que este sea un «año de corazón».


¡Qué distinto será todo si empezamos a comunicarnos «con el corazón en la mano»!,
¡Si ponemos todo el corazón en las pequeñas y grandes cosas que hacemos!
¡Si dejamos que los gestos de aquellos que nos quieren nos «lleguen» al corazón!
¡Si abrimos el corazón a quienes necesitan entrar en él!
¡Si nos encontramos a solas con nosotros mismos en el fondo del corazón!
¡Si guardamos las cosas en el corazón, y las meditamos en compañía de Dios!
¡Si dejamos que la miseria y el dolor de los otros resuene y encuentre respuesta en nuestro interior!
Aquí es donde está el secreto de la felicidad, de la paz, del amor que llena y hace feliz!

Por eso más que un «feliz año» os quiero desear un corazón como el de María, la Mujer fuerte, la Madre de Dios, para vivir cada momento, un corazón en el que quepa y esté a gusto Dios, porque «si Dios está con nosotros, ¿quién podrá con nosotros?». Cuando el corazón humano se limpia de basuras, hierbajos y pedruscos siempre acaba apareciendo el Rostro de Dios sonriendo, iluminando, protegiendo, creando comunión, haciendo posible que fructifiquen la paz, la justicia, la rectitud, la alegría... Cuando el corazón humano está atento y «guarda las cosas en él», se hace dócil a los gestos de Dios: he aquí la esclava del Señor. Y esa docilidad se convierte en fecundidad, y bendición: bendito el fruto de tu vientre. Cuando el corazón humano se deja iluminar por el Espíritu, descubrimos que no estamos solos y podemos decir: ¡Abbá!, ¡Madre! ¡Hermanos!

Enrique Martínez de la Lama, cmf

Música para orar y compartir...


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