10 de octubre de 2009

EL DON QUE SE RECIBE EN LO ESCONDIDO


"Permaneced con gran paz a los pies del Señor..."
(Úrsula Benincasa )




LA INTERIORIDAD EN LA BIBLIA
Dolores Aleixandre RSCJ


“A medida que envejezco voy valorando más y más el descubrimiento del propio lugar como medida de la madurez, como conquista fundamental de la sabiduría vital. Ese lugar no es un espacio público, es decir, no tiene nada que ver con el éxito social. Es un sitio interior, algo así como una ligereza en la asunción de todas las capas de lo que uno es, aquellas que sé nombrar y aquellas para las que no tengo ni tendré nunca palabras. Es ese espacio íntimo desde el que no necesito preguntarme quién soy, ni representarme para los demás. Un lugar de serenidad probablemente inalcanzable desde el que se deben entender los secretos de la muerte y de la vida” .

Ignoro si la autora de estas palabras ha leído alguna vez el sermón del monte en el evangelio de Mateo y más bien me inclino a pensar que no. En todo caso, resulta significativa su coincidencia con lo que allí leemos:

Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, porque les gusta plantarse de pie para orar en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para hacerse ver por la gente: os digo de verdad que ya han conseguido su recompensa. Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, cerrando la puerta, ora a tu Padre que está en lo escondido. Y tu Padre que mira en lo escondido, te devolverá (Mt 6,5-6).

También aquí aparecen contrapuestos dos escenarios muy diferentes: uno exterior, en un plural que incluye lugares religiosos y profanos, y otro interior, expresado con un término griego peculiar, tameion, que puede significar tanto la pequeña despensa de una casa como la habitación única de la casa judía. En cualquier caso está en oposición al espacio público y lo que se subraya es lo escondido.


Otro contraste intencionadamente buscado es el de los hipócritas, un colectivo presentado un poco ridículamente, frente al singular y directo tú. A los primeros los ve la gente, al verdadero destinatario de la enseñanza sólo lo ve el Padre. Hay un juego de palabras significativo: en el término griego hipócrita está presente el verbo cripto, esconder, y es precisamente a lo escondido donde hay que acudir para orar.



Los verbos que indican la postura y la actitud están también cargados de intención: estar plantado en pie (una postura estática y desafiante) frente a entrar (un gesto dinámico marcado por la preposición que indica un movimiento en dirección a algo).



Tanto los hipócritas como el tú consiguen una recompensa (salario, paga, premio...) pero ahí aparece una absoluta diferencia: de los primeros se dice que la consiguen (o que se apoderan de ella), hasta el final son ellos los protagonistas y actores (nunca mejor dicho...). Ya se han ofrecido en espectáculo y se quedan satisfechos porque lo que iban buscando era verse reflejados en la mirada de los demás y obtener así un crecimiento en su propio prestigio. En cambio, el que entra en su aposento y cierra la puerta, deja atrás el mundo de los reflejos y se adentra en una oscuridad en la que ya no es observado por nadie de fuera: ahora sólo está expuesto a la mirada del único que ve lo escondido.


Imposible encontrar mejores imágenes para expresar lo que es la interioridad en la Biblia. Vamos a seguir la pista a ese ámbito de lo escondido y a sus caminos de acceso para tratar de descubrir en qué consiste el don que se recibe ahí. [....]

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